y los envió por delante...
a todas las ciudades y sitios a donde ÉL había de ir...'
(Lc 10,1)

¡El Espíritu Santo sigue soplando!

Alejandra María Sosa Elízaga*

¡Debe haber sido impactante oír ese ruido de viento huracanado y ver esas como lenguas de fuego flotar por encima de quienes estaban ahí reunidos!

Así descendió el Espíritu Santo sobre María y los Apóstoles (ver Hch 2, 1-4).

Y tal vez hay quienes piensan que se manifiesta sólo de ese modo espectacular, y como no les ha pasado algo así, creen que no actúa en sus vidas. ¡Se equivocan!

Dios Espíritu Santo, es el mismo ayer, hoy y siempre, y sigue interviniendo poderosamente en nuestra historia.

Consideremos, por ej. cómo fue preparando a Robert Prevost para ser Papa.

Primero sembró en su corazón un gran amor por las cosas de Dios. A los seis años su juego favorito era ‘decir Misa’, y sabía todas las oraciones, y ¡eso que eran en latín!

Luego lo hizo un estudiante destacado, que estaba siempre en el cuadro de honor, pero lo mantuvo humilde, dispuesto siempre a ayudar a sus compañeros.

Lo inspiró a estudiar matemáticas para habituarlo a resolver problemas de manera clara, ordenada y coherente. Y fue profesor. Lo enseñó a enseñar.

Lo llamó a ser sacerdote en la orden mendicante de san Agustín, cuya sabiduría ha iluminado no sólo la Iglesia, sino la cultura universal. Ser fraile agustino implicaba, además de votos de pobreza, castidad y obediencia, ser misionero. El Espíritu Santo lo envió a Perú y le dio un gran amor por los más necesitados. Convivía con todos, no le importaba sentarse como ellos en el suelo a comer, los consolaba, los defendía, los acompañaba, incluso se nacionalizó peruano. Y el Espíritu Santo lo elevó a obispo de Chiclayo, pero lo mantuvo humilde y cercano.

Luego inspiró a los agustinos a nombrarlo superior de su orden, lo que le permitió visitar sus casas en todo el mundo, conocer muy distintas realidades, y aprender a dirigir a sus hermanos con caridad y firmeza. Fue reelegido porque todos apreciaban su capacidad de escuchar, de reflexionar, su personalidad equilibrada y su profunda espiritualidad. Y algo que los impresionaba es que se comunicaba con ellos en su propia lengua, pues habla ¡seis idiomas!

Dice en Hch 16, 6-7 que el Espíritu Santo no le permitió a san Pablo ir a donde planeaba. Tampoco le permitió al obispo Prevost volver a Perú. Inspiró al Papa Francisco a encomendarle el Dicasterio para los Obispos, en Roma, e integrarlo en muchos otros, por lo que conoce la Curia como la palma de su mano. Y casi al final, lo inspiró a crearlo Cardenal.

En el Cónclave, cuando los Cardenales iban en procesión cantando, no era para ‘amenizar’ el momento, iban invocando al Espíritu Sant. Y Él los inspiró a elegirlo.

Y le inspiró el nombre que eligió, identificándose con san León Magno, que combatió herejías y buscó la unidad en la Iglesia, y León XIII, constructor de justicia social, durante la revolución industrial.

Nuestro querido Papa no es un improvisado: ha sido largamente preparado. Y los católicos sabemos que en lo que nos diga puede afirmar como su predecesor, san Pedro: “El Espíritu Santo y nosotros, hemos decidido...” (Hch 15, 28), pues seguirá fiel al Espíritu Santo, tomando decisiones inspiradas por Él y en comunión con toda la Iglesia.

Ahora bien, no pensemos que a Robert Prevost lo preparó el Espíritu Santo porque sería el Papa León XIV, pero a nosotros no nos hace caso porque somos personas comunes. No es así. Recibimos el Espíritu Santo en el Bautismo y en la Confirmación. Y aunque no vino en un viento huracanado ni con lenguas de fuego, sí está presente, con todo Su poder, pero discretamente, como Dulce Huésped del alma, pues somos su templo.

El ejemplo del Papa, cuya vida ha estado conducida por el Espíritu Santo, nos anime a contemplar nuestra propia historia y captar cómo también nos ha venido sosteniendo el Espíritu Santo; que lo que nos ha pasado no ha sido casualidad, que lo ha permitido para capacitarnos para la misión que quiere encomendarnos, en nuestra familia y en nuestra comunidad.

Pidámosle que siga ayudando al Papa León, y nos ayude a nosotros a ser, como él, siempre dóciles a Su inspiración.

 

Publicado el domingo 8 de mayo de 2025, en Pentecostés, en la revista 'Desde la Fe', de la Arquidiócesis de México, y en la pag web de Ediciones 72