y los envió por delante...
a todas las ciudades y sitios a donde ÉL había de ir...'
(Lc 10,1)

Y que habló por los profetas

Alejandra María Sosa Elízaga

Año de la fe
Conoce, celebra, fortalece, comunica tu fe
Serie sobre el Credo:
Ficha 48

Actores y conductores de televisión suelen tener en la oreja un ‘apuntador electrónico’, mediante el cual  les van leyendo lo que tienen que decir.

Quienes comparecen ante la justicia suelen contratar un abogado que hable por ellos.

Pero los bautizados contamos con una ayuda ¡infinitamente mejor!

No la de alguien que se limite a leernos un parlamento, o nos asista sólo si nos metemos en un lío legal, no la de alguien con quien se puede contar sólo en horas y días hábiles, que cobra un dineral, puede equivocarse y leernos un ‘guión’ equivocado o hacernos perder el juicio (en el amplio sentido de la palabra), sino la de Alguien del que podemos tener la absoluta seguridad de que nunca cometerá errores, siempre sabrá qué decir, nadie podrá derrotarlo, estará siempre a nuestro lado y no nos cobrará nada, porque lo único que espera de nosotros es que seamos dóciles a Sus inspiraciones y lo dejemos guiarnos hacia la salvación.

Me refiero a Dios Espíritu Santo.

En el Credo proclamamos que: “habló por los profetas”, y desde luego se refiere a que el Espíritu Santo inspiró a esos hombres de los que nos habla la Biblia, a los que Dios elegía y enviaba a comunicar Su Palabra.

Pero  no sólo hay que entender esa frase como referencia pasada.

Dios sigue comunicándose con nosotros, y sigue requiriendo que haya alguien que vaya en Su nombre a darlo a conocer a los demás.

Por nuestro Bautismo recibimos la dignidad de profetas, es decir, la encomienda de ir en nombre de Dios a anunciar la Buena Nueva a nuestros hermanos.

Y si alguien se pregunta, como se preguntaron muchos profetas, que cómo se va a atrever a ir a hablar de Dios si no se siente capaz, si no está suficientemente preparado, hay que recordarle que Dios siempre nos capacita para que podamos cumplir lo que nos pide.

Por lo pronto, nos envía no como empleados, sino como hijos Suyos; gracias al Espíritu Santo que recibimos en el Bautismo podemos llamar a Dios ‘Padre’ (Rom 8, 15-16) e ir a dar testimonio de Su amor.

Y no nos envía solos, sino con Su Espíritu Santo, y ¿sabes cómo nos asiste Él en esta vital encomienda?

De ¡incontables maneras! Por ejemplo:

Derrama en nosotros el amor de Dios (ver Rom 5, 5).

Nos conduce hacia la Verdad (ver Jn 14, 13) y está siempre con nosotros para consolarnos y defendernos (ver Jn 14, 16).

Nos enseña y recuerda las palabras de Jesús (ver Jn 14, 26).

Intercede por nosotros, que no sabemos pedir lo que nos conviene (ver Rom 8, 26).

Nos colma de dones: sabiduría, para preferir los caminos de Dios; entendimiento, para captar cómo nos habla la Palabra de Dios; ciencia, para poner a Dios en el centro de nuestra vida; consejo, para aconsejar a otros con criterios de fe; fortaleza, para no flaquear ante la adversidad y perseverar en nuestros buenos propósitos; piedad, para amar las cosas de Dios, y temor de Dios, que no consiste en tenerle miedo, sino en tener temor de fallarle, de defraudarlo a Él que es tan Bueno y nos ama tanto. (ver Is 11, 1-2).

Nos da los carismas, (ciertas cualidades y virtudes) que nos permiten responder a la vocación de amar a la que Dios nos llama, y a la misión de ser constructores de Su Reino en nuestro mundo (ver 1Cor 12, 4-7), y dar frutos de amor, alegría, paz, paciencia, benevolencia, bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio propio (ver Gal 5, 22-23).

Con la extraordinaria asistencia del Espíritu Santo, ¡no tenemos pretextos para evadir nuestra vocación de profetas!

El profeta Jeremías decía que cuando quiso renunciar, cuando decidió ya no hablar en nombre de Dios, no pudo, porque sentía como un fuego por dentro que no podía apagar (Jer 20,9).

Cabe pensar que era el fuego del Espíritu Santo.

El mismo que descendió sobre María y los Apóstoles en Pentecostés (ver Hch 2, 1-4), el mismo que desde tu Bautismo brilla en tu interior y el mismo al que se refería Jesús cuando dijo: “He venido a traer fuego a la tierra, y ¡cuánto desearía que ya estuviera ardiendo!” (Lc 12, 49).

Pidámosle al Señor que nos ayude a mantener vivo en nosotros el fuego de Su Espíritu, un fuego que nos ilumine y nos rescate de la oscuridad del miedo, la ignorancia, la desesperanza; un fuego que caliente y derrita nuestra indiferencia; un fuego que nos convierta en profetas, antorchas vivas que animen a otros a dejarse alumbrar, guiar, inspirar, encender, incendiar, por el Espíritu Santo.

Para profundizar en este tema, lee el Catecismo de la Iglesia Católica, #268.696.702.711-747.799-801.1830-1832.  Y lee: 1Cor  12, 4-25;

(Continuará... ‘El Credo desglosado en el Año de la fe’)

La próxima semana: ‘Creo en la Iglesia’

¡No te lo pierdas!

Reflexiona y comparte:

¿Cuál es la misión de los profetas y cómo cumples tú la tuya?

 

Pregunta del Catecismo:

¿Cómo nos ayuda el Espí­ritu Santo a ser profetas?

Respuesta del Catecismo:

“El Espíritu Santo prepara a los hombres, los previene por Su gracia, para atraerlos hacia Cristo. Les manifiesta al Señor resucitado, les recuerda Su palabra y abre su mente para entender Su Muerte y Su Resurrección. Les hace presente el misterio de Cristo, sobre todo en la Eucaristía para reconciliarlos, para conducirlos a la comunión con Dios, para que den mucho fruto”

(Catecismo de la Iglesia Católica # 737)

Lo dijo el Papa:

“Y nosotros, ¿escuchamos al Espíritu Santo? ¿Qué nos dice el Espíritu Santo?

Dice: Dios te ama. Nos dice esto. Dios te ama, Dios te quiere.

Nosotros, ¿amamos de verdad a Dios y a los demás, como Jesús?

Dejémonos guiar por el Espíritu Santo, dejemos que Él nos hable al corazón y nos diga esto: Dios es amor, Dios nos espera, Dios es el Padre, nos ama como verdadero papá, nos ama de verdad y esto lo dice sólo el Espíritu Santo al corazón, escuchemos al Espíritu Santo y sigamos adelante por este camino del amor, de la misericordia y del perdón.”

(Papa Francisco, Audiencia General, 8 mayo 2013).

*Publicado el domingo 27 de octubre de 2013 en ‘Desde la Fe’, Semanario de la Arquidiócesis de México, año XVII, n.870, p.4. También en la pag web de ‘Desde la Fe’ (www.desdelafe.mx) y en la del Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México (www.siame.com.mx) Conoce los libros de esta autora, sus cursos gratuitos de Biblia, y su ingenioso juego de mesa Cambalacho, aquí en www.ediciones72.com