y los envió por delante...
a todas las ciudades y sitios a donde ÉL había de ir...'
(Lc 10,1)

Y de nuevo vendrá con gloria

Alejandra María Sosa Elízaga*

Año de la fe
Conoce, celebra, fortalece, comunica tu fe
Serie sobre el Credo:
Ficha 41

De la primera venida de Jesús se enteraron relativamente pocas personas. Su Madre, la Virgen María, José su esposo, unos cuantos parientes, como su prima Isabel, los pastores, los sabios de Oriente, Simeón y Ana en el templo, la gente cercana a la que éstos se lo platicaron, y párale de contar.

Muy diferente será Su segunda venida.

Cuando Jesucristo venga al final de los tiempos, no pasará desapercibido para nadie en todo el planeta.

Todo el mundo se dará cuenta, todo el mundo lo verá.

En el Credo afirmamos que Jesucristo: “de nuevo vendrá con gloria”.

Ello nos permite tener claros al menos cuatro aspectos relacionados con la segunda venida de Cristo:

1. Nuestra fe no está puesta en un gran hombre, como tantos, que hizo o dijo grandes cosas, murió y sólo queda recordarlo. No.

Nosotros creemos en Jesucristo que antes de morir prometió que resucitaría (ver Mt 16, 21; 17, 23; 20, 19) y resucitó (ver Mt 28, 6-7); que antes de volver al cielo al lado de Su Padre, prometió que regresaría por nosotros (ver Jn 14, 2-3), y tenemos nuestra confianza y esperanza puesta en esa promesa, porque Dios la hizo y Él no miente (ver Tito 1,2).

Los cristianos no sólo recordamos y celebramos que Jesús haya venido a este mundo, no sólo celebramos que se ha quedado, invisible, entre nosotros, sino que aguardamos el momento feliz de Su retorno, al final de los tiempos, cuando esperamos verlo cara a cara (ver 1 Cor 13,12; 1Jn 3,2).

2. Aquel que en Su primera venida renunció a los privilegios de Su condición divina, aceptó hacerse pequeñito, nacer en un pesebre y ser exiliado a Egipto; al iniciar Su ministerio soportó ser tentado por Satanás; ser criticado y cuestionado; llegada Su hora se dejó aprehender, interrogar, golpear, escupir, flagelar, coronar de espinas y crucificar, vendrá esta vez de manera muy distinta: victorioso, radiante, dejando bien claro que es el Rey de reyes, el Señor de los señores.

Aquel que desde Su Ascensión al cielo se nos ha manifestado de manera discreta, se ha ocultado a nuestra vista en el Pan Eucarístico, ese día se revelará a todos, claramente, en todo Su esplendor.

“Aparecerá en el cielo la señal del Hijo del hombre; y entonces se golpearán el pecho todas las razas de la tierra y verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con gran poder y gloria” (Mt 24, 30).

Esta vez hará lo que no quiso hacer en el Huerto de Getsemaní, (ver Mt 26, 53) hacerse acompañar de un ejército de ángeles y arcángeles (ver Mt 24, 31).

¡No pasará desapercibida Su segunda venida!

3. La segunda venida de Cristo será inconfundible y la verán todos los pueblos, así que no hay que creerle a cualquiera que afirme ser Jesucristo que ha vuelto discretamente, sólo para reunir a un grupito de ‘elegidos afortunados’.

Ya nos advirtió Jesús:

“Mirad que no os engañe nadie. Porque vendrán muchos usurpando Mi nombre y diciendo ‘Yo soy el Cristo’, y engañarán a muchos” (Mt 24, 4-5).

Y más adelante advierte:

“Entonces, si alguno os dice: ‘Mirad el Cristo está aquí o allí’, no lo creáis. Porque surgirán falsos cristos y falsos profetas, que harán grandes señales y prodigios, capaces de engañar, si fuera posible, a los mismos elegidos. ¡Mirad que os lo he predicho! Así que si os dicen: ‘Está en el desierto’, no salgáis; ‘Está en los aposentos’, no lo creáis. Porque como el relámpago sale por oriente y brilla hasta occidente, así será la venida del Hijo del hombre” (Mt 24, 23-27).

Cuando vuelva Jesucristo, no dejará lugar a dudas de que se trata de Él.

4. Sabemos que Jesucristo vendrá, pero no sabemos cuándo.

Él dijo: “del día y la hora nadie sabe, ni aún los ángeles del cielo, sino sólo Mi Padre” (Mt 24, 36).

Así que como no sabemos cuándo será pero sí que nos tomará por sorpresa, no perdamos tiempo especulando, ni desperdiciemos el tiempo como si Jesucristo fuera a tardar en regresar (ver Lc 21, 34).

Preparémonos a Su llegada (ver 1Jn 2,28) viviendo como Él nos pidió, de modo que cuando venga nos encuentre cumpliendo Su voluntad, amándonos unos a otros como Él nos ama (ver Jn 13, 34-35).

Lee: 1Tes 4, 13 - 5,11; 2Pe 3;

Para profundizar en este tema, lee el Catecismo de la Iglesia Católica, #668-677;

(Continuará... ‘El Credo desglosado en el Año de la fe’)

La próxima semana: ‘Para juzgar a vivos y muertos’
¡No te lo pierdas!

Reflexiona y comparte:

¿Qué implica en tu vida saber que Jesucristo vendrá glorioso?

 

Pregunta del Catecismo:

¿Qué sucederá cuando Jesucristo venga de nuevo con gloria?

Respuesta del Catecismo:

“La victoria definitiva de Dios sobre el mal se hará visible. La gloria, la verdad y la justicia de Dios saldrán a la luz resplandeciente.

Con la venida de Cristo habrá ‘un cielo nuevo y una tierra nueva’...” (Youcat, Catecismo Joven de la Iglesia Católica #111).

Jesucristo “volverá en gloria, pero no sabemos el momento.

Por esto vivimos vigilantes, pidiendo: ‘¡Ven, Señor Jesús!’ (p 22, 20)...” (Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica # 133).

Lo dijo el Papa:

“El tiempo de espera de su llegada es el tiempo que (el Señor) nos da, a todos nosotros, con misericordia y paciencia, antes de Su venida final; es un tiempo de vigilancia; tiempo en el que debemos tener encendidas las lámparas de la fe, de la esperanza y de la caridad; tiempo de tener abierto el corazón al bien, a la belleza y a la verdad; tiempo para vivir según Dios, pues no sabemos ni el día ni la hora del retorno de Cristo.

Lo que se nos pide es que estemos preparados al encuentro —preparados para un encuentro, un encuentro bello, el encuentro con Jesús—, que significa saber ver los signos de su presencia, tener viva nuestra fe, con la oración, con los Sacramentos, estar vigilantes para no adormecernos, para no olvidarnos de Dios.

La vida de los cristianos dormidos es una vida triste, no es una vida feliz.

El cristiano debe ser feliz, la alegría de Jesús.

¡No nos durmamos!” (Papa Francisco, Audiencia General, 24 abril 2013).

*Publicado el domingo 8 de septiembre de 2013 en ‘Desde la Fe’, Semanario de la Arquidiócesis de México, año XVII, n.863, p.4. También en la pag web de ‘Desde la Fe’ (www.desdelafe.mx) y en la del Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México (www.siame.com.mx)
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