y los envió por delante...
a todas las ciudades y sitios a donde ÉL había de ir...'
(Lc 10,1)

Y se hizo hombre

Alejandra María Sosa Elízaga*

Año de la fe
Conoce, celebra, fortalece, comunica tu fe
Serie sobre el Credo:
Ficha 30

Podía haber seguido haciéndose presente entre nosotros como lo hizo alguna vez, por ejemplo en una zarza ardiente, o en una columna de nubes o de fuego, o entre rayos y truenos en lo alto de un monte, o incluso en una brisa suave  (ver Ex 3,4; 13,21; 19, 16-19; 1Re 19, 11-13).

Podía haber seguido enviándonos más y más profetas que nos predicaran en Su nombre exhortándonos a la conversión.

Podía habérsenos aparecido con un aspecto sobrenatural, irradiando luz, o revestido de una blancura imposible de conseguir en este mundo (ver Mc 9, 2-3), pero no lo hizo.

¿Por qué?

Porque quiso venir a compartir nuestra condición humana.

Hacerse uno de nosotros.

En el Credo afirmamos que por obra del Espíritu Santo, Jesucristo se encarnó de María, la Virgen “y se hizo hombre”.

¿Por qué siendo Dios se hizo hombre?

Se pueden dar muchas razones, pero cabe destacar al menos tres:

1. Porque como fue un hombre, Adán, el que pecó, y tras él toda la humanidad, tenía que ser un hombre el que pudiera ofrecer un sacrificio en expiación por el pecado.

El problema es que no había en la tierra nadie que pudiera ofrecer un sacrificio perfecto, capaz de expiar el pecado de toda la humanidad.

Por eso Dios mismo tuvo que hacerse hombre, para que siendo uno de nosotros, pudiera ofrecerse al Padre en expiación por nuestros pecados.

Jesús se hizo hombre para restaurar nuestra amistad con Dios.

Pero no se conformó con que volviéramos a ser amigos Suyos:

2. Se hizo hombre para realizar un intercambio admirable: compartir nuestra condición humana (en todo excepto en el pecado), para elevarnos a Su condición divina, para invitarnos a formar parte de Su familia, para hacernos hermanos Suyos e hijos adoptivos de Su Padre.

Compartió nuestra naturaleza caída para levantarnos; nuestra mortalidad para rescatarnos de la muerte, nuestra finitud para invitarnos a la eternidad.

3. Jesús, hombre como nosotros, es nuestro modelo, nuestro ejemplo a seguir.

Nos enseña a vivir, nos muestra con Su vida humana que sí es posible amar hasta el extremo, compadecerse de los que sufren, luchar por la justicia, bendecir a los enemigos, devolver bien por mal, perdonar lo imperdonable, dar sin esperar nada a cambio.

Que Jesús se haya hecho hombre nos permite preguntarnos a cada instante, en cada circunstancia de nuestra vida: ‘¿qué haría Jesús?, ¿cómo reaccionaría ante esta persona, ante esta dificultad, ante esta situación que me está tocando vivir?’ Y actuar en consecuencia.

Y algo más: saber que Jesús se hizo hombre no sólo nos ayuda a conocer el infinito amor con que vino a redimirnos, y seguir Su ejemplo, sino también nos permite tener la certeza de que nos comprende como nadie.

Podemos estar seguros de que Él conoce lo que sentimos cuando estamos cansados, tenemos hambre o sed; cuando estamos felices o tristes.

Igual que nosotros, enfrentó tentaciones, es decir, pruebas, circunstancias en las que podía elegir entre cumplir la voluntad de Su Padre o ir por otro camino. Y las superó.

Qué felicidad para nosotros saber que Dios comprende perfectamente lo que sentimos, no sólo porque conoce nuestro interior, sino porque Él mismo pasó por lo que nosotros vivimos.

Descubrir que Dios se hizo humano, nos ayuda a sentirlo ¡tan cercano!

Cuando el Verbo se hizo hombre, Dios nos habló más elocuentemente que nunca, porque con Su Palabra penetró nuestros oídos, pero con Su presencia, nuestro corazón.

Para profundizar en este tema, lee en el Catecismo de la Iglesia Católica #470-483

(Continuará...’El Credo desglosado en el Año de la fe’)

La próxima semana: ‘y por nuestra causa fue crucificado’

¡No te lo pierdas!

Reflexiona y comparte:

¿Qué implica en tu vida que Jesús se haya hecho hombre?

 

Pregunta del Catecismo:

Jesús hecho hombre, ¿tenía alma y voluntad humanas?

Respuesta del Catecismo:

“El Hijo de Dios asumió un cuerpo dotado de un alma racional humana. Con su inteligencia humana Jesús aprendió muchas cosas mediante la experiencia. Pero, también como hombre, el Hijo de Dios tenía un conocimiento íntimo de Dios su Padre. Penetraba asimismo los pensamientos secretos de los hombres y conocía plenamente los designios eternos que Él había venido a revelar.

Jesús tenía una voluntad divina y una voluntad humana.

En su vida terrena, el Hijo de Dios ha querido humanamente lo que Él ha decidido divinamente junto con el Padre y el Espíritu Santo para nuestra salvación. (Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica # 90-91

Lo dijo el Papa:

“El obrar de Dios no se limita a las palabras, es más, podríamos decir que Él no se conforma con hablar, sino que se sumerge en nuestra historia y asume sobre sí el cansancio y el peso de la vida humana.

El Hijo de Dios se hizo verdaderamente hombre, nació de la Virgen María, en un tiempo y en un lugar determinados, en Belén durante el reinado del emperador Augusto, bajo el gobernador Quirino (cf. Lc 2, 1-2); creció en una familia, tuvo amigos, formó un grupo de discípulos, instruyó a los Apóstoles para continuar su misión, y terminó el curso de su vida terrena en la cruz.

Este modo de obrar de Dios es un fuerte estímulo para interrogarnos sobre el realismo de nuestra fe, que no debe limitarse al ámbito del sentimiento, de las emociones, sino que debe entrar en lo concreto de nuestra existencia, debe tocar nuestra vida de cada día y orientarla también de modo práctico.

Dios no se quedó en las palabras, sino que nos indicó cómo vivir, compartiendo nuestra misma experiencia, menos en el pecado."

(Benedicto XVI, Audiencia General, 9 enero 2013).

*Publicado el domingo 9 de junio de 2013 en ‘Desde la Fe’, Semanario de la Arquidiócesis de México, año XVII, n.849, p.4. 
También en la pag web de ‘Desde la Fe’ (www.desdelafe.mx) y en la del Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México (www.siame.com.mx
Conoce los libros y cursos de Biblia gratuitos de esta autora, y su ingenioso juego de mesa ‘Cambalacho’ aquí en www.ediciones72.com