y los envió por delante...
a todas las ciudades y sitios a donde ÉL había de ir...'
(Lc 10,1)

Que por nosotros los hombres

Alejandra María Sosa Elízaga*

Año de la fe
Conoce, celebra, fortalece, comunica tu fe
Serie sobre el Credo:
Ficha 23

Aquí caben los santos y los pecadores; los creyentes y los no creyentes; los católicos practicantes y los alejados de la Iglesia; los que siempre lo han sabido y los que lo han ignorado (incluidos ateos, agnósticos, librepensadores, apóstatas, miembros de sectas o de otras religiones...).

Es una frase que ha venido pronunciando cada cristiano, desde los orígenes más remotos del cristianismo, en todas las épocas, en todas las regiones del planeta, igual que las pronunciamos los que vivimos ahora en el mundo en el tercer milenio, y que pronunciarán los que vengan después de nosotros , de aquí hasta el fin de los tiempos.

Estremece reflexionar en esta frase del Credo, veraz y siempre vigente: “que por nosotros los hombres” (y antes de que protesten las feministas, cabe recordar que el término ‘hombres’ no excluye a las mujeres, es simplemente una manera de hablar, que hoy en día tal vez algunas personas consideran ‘políticamente incorrecta’, pero que se ha usado por siglos para referirse a la humanidad).

En ese ‘por nosotros’ estamos incluidos ¡todos!, buenos y malos, justos y pecadores, ¡nadie queda fuera!

Conmueve considerar que el Credo podría haber contenido una afirmación muy distinta, que nos hubiera sonado muy lógica; en lugar de ‘por nosotros’, podría haber dicho: ‘por María’, o ‘por los santos’, alguien que lo mereciera más, pero no dice así.  No dice ‘por otros’, dice por ‘nosotros’.

Por nosotros, que vivimos en tinieblas y en sombras de muerte.

Por nosotros, esclavos del rencor, ateridos de miedo y soledad.

Por nosotros, ovejas errantes, cántaros vacíos, lámparas sin aceite.

En otras palabras, por nosotros, que no somos dignos, pero estamos muy necesitados de la luz, del amor, del Salvador.

Qué alivio saber que aunque nada, pero nada de lo que hayamos hecho en el pasado, hagamos hoy o podamos hacer en el futuro, nos haría merecedores de que el Señor haga algo ‘por nosotros’, y, sin embargo, lo hizo, lo hace y lo hará.

¿Por qué?, ¿qué lo motiva?

Sólo hay una respuesta: Su amor.

En ese ‘nosotros’ viene implícito: ‘por amor a nosotros’, la única motivación del Señor es que nos ama.

A todos, y a cada uno.

Aunque ese ‘nosotros’ encierre a muchos, ello no implica que te pierda de vista a ti.

Ese ‘por nosotros’ implica siempre un ‘por mí’.

Y es que aunque hubiera más millones de seres humanos en el mundo, Dios no te amaría menos, y si sólo estuvieras tú en este mundo, no te amaría más. Su amor por ti ya es total, eterno, perfecto, inquebrantable.

¿Por qué no lo decimos así en el Credo?, ¿por qué no decimos ‘por mí’?, porque, al igual que en el Padrenuestro, estamos invitados a emplear un plural que nos haga darnos cuenta de que estamos rodeados de otros, que somos familia de Dios, y que estamos llamados a compartir con los demás lo que nos da el Señor.

Aquel que vino ‘por nosotros’, quiere encontrarse ‘con nosotros’ para colmarnos de  Su gracia y bendición.

Un ‘nosotros’ que nos rescata del individualismo, que nos enseña a ensanchar el corazón.

(Continuará...’El Credo desglosado en el Año de la fe’)

La próxima semana: ‘y por nuestra salvación’

¡No te lo pierdas!

Reflexiona y comparte:

¿Qué significa para ti saber que este ‘nosotros’ del Credo te incluye a ti?

Pregunta del Catecismo:

¿Por qué Dios se hizo hombre?

Respuesta del Catecismo:

Por amor a nosotros, para salvarnos.

  1. “Se encarnó para salvarnos, reconciliándonos con Dios... ‘Dios nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados’ (1 Jn 4, 10).

(Catecismo de la Iglesia Católica #457).

Lo dijo el Papa:

“Dios no esperó que fuéramos a Él, sino que Él se puso en movimiento hacia nosotros, sin cálculos, sin medida. Dios es así: Él da siempre el primer paso, Él se mueve hacia nosotros. Jesús vivió las realidades cotidianas de la gente más sencilla: se conmovió ante la multitud que parecía un rebaño sin pastor; lloró ante el sufrimiento de Marta y María por la muerte del hermano Lázaro; llamó a un publicano como discípulo suyo; sufrió también la traición de un amigo. En Él Dios nos dio la certeza de que está con nosotros, en medio de nosotros.

«Las zorras —dijo Él, Jesús—, las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza» (Mt 8, 20).

Jesús no tiene casa porque su casa es la gente, somos nosotros, su misión es abrir a todos las puertas de Dios, ser la presencia de amor de Dios...

...Dios salió de Sí mismo para venir en medio de nosotros, puso su tienda entre nosotros para traernos su misericordia que salva y dona esperanza.

También nosotros, si queremos seguirle y permanecer con Él, no debemos contentarnos con permanecer en el recinto de las noventa y nueve ovejas, debemos «salir», buscar con Él a la oveja perdida, aquella más alejada.

Recordad bien: salir de nosotros, como Jesús, como Dios salió de Sí mismo en Jesús, y Jesús salió de Sí mismo por todos nosotros.”

(Papa Francisco, Audiencia General, 27 marzo 2013).

*Publicado el domingo 21 de abril de 2013 en 'Desde la Fe', Semanario de la Arquidiócesis de México, año XVII, n.843, p.4. 
También en la pag web de 'Desde la Fe' (www.desdelafe.mx) y en la del Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México (www.siame.com.mx
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