y los envió por delante...
a todas las ciudades y sitios a donde ÉL había de ir...'
(Lc 10,1)

Nacido del Padre antes de todos los siglos

Alejandra María Sosa Elízaga*

Año de la fe
Conoce, celebra, fortalece, comunica tu fe
Serie sobre el Credo:
Ficha 15

Estamos atrapados en el tiempo.

Nuestra existencia sucede en el presente.

No podemos revivir el pasado, sólo recordarlo, y no podemos apresurar el futuro, sólo imaginarlo, temerlo o anhelarlo.

Es una realidad inmodificable contra la que muchas personas se golpean la cabeza porque le gustaría poder dar marcha atrás para reparar algún error cometido o aprovechar mejor lo vivido, y sobre todo poder vislumbrar qué les espera en adelante, y así poderse preparar.

Poder visitar el pasado o el futuro es tema de muchas obras literarias y fílmicas, que lo plantean como algo muy interesante o divertido, pero la realidad es que es una bendición no poder modificar el pasado sino sólo aprovechar la experiencia que nos dejó, y es otra gran bendición no saber el futuro, pues si averiguáramos que algo bueno sucederá, por aguardarlo descuidaríamos disfrutar el bien actual, y si supiéramos que algo malo nos sucederá, nos amargaríamos anticipándolo.

Ahora bien, el hecho de que no podamos regresar al pasado ni conocer el futuro, no significa que sea imposible que en cierta medida reparemos lo pasado o nos preparemos para lo que nos espera en el futuro.

¿Cómo podemos lograrlo? con la gracia del Señor, de Aquel que no está limitado, como nosotros, por el tiempo.

En el Credo afirmamos nuestra fe en Jesucristo, “nacido del Padre, antes de todos los siglos”.

¿Qué significa que nació del Padre?

Que Su origen no es la ‘nada’, que Jesús viene de Dios Padre.

Y a qué se refiere lo de ‘antes de todos los siglos’?

A que como el Padre es eterno, Jesús es también eterno.

Es decir, que existe desde siempre y para siempre.

Tenemos un Señor que no sólo conoce nuestro pasado, sino el pasado, no sólo nuestra historia, sino la historia, porque antes de crear el mundo Él ya existía y seguirá existiendo después de que nuestro mundo llegue a su fin.

Saber que conoce todo el pasado, el presente y el futuro, podría darnos temor, si no fuera porque sabemos que este Señor eterno nos ama con amor eterno (Jer 31, 3).

Prueba de ello es que se introdujo en el tiempo, aceptó someterse a su lento transcurrir, con tal de venir a compartirlo con nosotros y también a rescatarnos de él.

Y como no está limitado por el tiempo, como nosotros, puede ayudarnos a sanar lo que nos lastimó en el pasado, e ir poniendo en nuestro camino las ayudas que requeriremos para superar lo que nos tocará vivir.

Saber que Jesús vive eternamente es saber que contamos con la amorosa ayuda de Aquel que nos trajo a la existencia y nos invita a vivir por toda la eternidad con Él.

(Continuará...)

Reflexiona y comparte:

¿Qué implica en tu vida contar con Jesús, que es Dios Eterno?

 

Pregunta del Catecismo:

Para Dios, que es Eterno, ¿existe el pasado, el presente y el futuro?

Respuesta del Catecismo:

“Para Dios todos los momentos del tiempo están presentes en su actualidad.”

(Catecismo de la Iglesia Católica # 600).

Lo dijo el Papa:

"El pensar moderno se deja guiar por la idea de que la eternidad está encerrada en su inmutabilidad. Dios aparece como prisionero de su plan eterno...

La eternidad se comprende negativamente como la carencia de tiempo, como lo contrapuesto al tiempo, como algo que no puede obrar en el tiempo porque entonces dejaría de ser inmutable y se haría temporal.

Todas estas ideas se quedan dentro de una concepción precristiana en la que no se tiene en cuenta el concepto de Dios de la fe en la creación y en la encarnación...

La eternidad no es lo más antiguo, lo que existía antes del tiempo, sino lo totalmente otro...

No está encadenada a un antes y a un después, sino que es el poder de la actualidad de todo tiempo.

La eternidad no existe junto al tiempo, sin relación ninguna con él, sino que es el poder creador de todo tiempo...

No es la carencia de tiempo, sino su extensión.

Por ser hoy contemporáneo a todos los tiempos, puede obrar también en el tiempo...

En la existencia humana de Jesús Dios ha cogido el tiempo y se ha metido en él.

En él se nos presenta personificada la extensión temporal de Dios.

Como dice Juan, Cristo es verdaderamente la 'puerta' entre Dios y el hombre (Jn 10,9), Su 'mediador' (1 Tim 2,5), en quien lo eterno tiene tiempo.

En Jesús nosotros, hombres temporales, podemos dirigirnos a lo temporal, a nuestros contemporáneos en el tiempo; en Él, que es tiempo con nosotros, tocamos simultáneamente lo eterno, porque Él es tiempo con nosotros y eternidad con Dios.

Dios no es prisionero de su eternidad: en Jesús tiene tiempo para nosotros; por eso Jesús es realmente la 'sede de la gracia' a quien podemos 'acercarnos con plena confianza' en todo tiempo (Heb 4,16)."

(Ratzinger, Joseph, 'Introducción al Cristianismo' -la escribió el Papa Benedicto XVI cuando era Cardenal-).

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