y los envió por delante...
a todas las ciudades y sitios a donde ÉL había de ir...'
(Lc 10,1)

Todopoderoso

Alejandra María Sosa Elízaga*

Año de la fe
Conoce, celebra, fortalece, comunica tu fe
Serie sobre el Credo:
Ficha 9

Solemos entender la palabra ‘poder’ de dos maneras: como expresión de que haya capacidad y posibilidad de hacer algo (decimos: ‘temo no poder’ o ‘sí voy a poder’), y también como término que expresa fuerza y dominio sobre otros (hablamos del ‘poder’ del dinero; el ‘poder’ político...).

En este mundo todo poder, entendido en cualquiera de sus sentidos, está necesariamente limitado por alguna barrera física, de tiempo, de espacio, social, cultural, económica.

Nos alegramos de ello, pues no es difícil imaginar que si el poder de los seres humanos no tuviera límites, no tardarían en destruirse.

Y es que se dice que el poder embriaga a la gente, y quien lo tiene no suele resistir la tentación de abusar de él, cometer injusticias y atropellos.

Pero lo que aplica al hombre no aplica a Dios.

Dios sí tiene poder ilimitado; sólo Él tiene todo el poder, es decir, es Todopoderoso.

Varias veces en la Biblia se hace referencia al ilimitado poder de Dios. El propio Jesús afirmó que “para Dios todo es posible” (Mt 19, 26).

Eso significa que tiene toda la capacidad, la posibilidad y la fuerza para hacer lo que quiera, como quiera y cuando quiera.

Saber esto podría ser motivo de preocupación, de temor para nosotros.

Resulta inquietante considerar que estamos a merced de un Dios que tiene todo el poder para perjudicarnos y acabar con nosotros.

Y sin embargo no nos inquietamos en lo más mínimo.

¿Por qué?

Porque Dios no es solamente Todopoderoso, es también Padre nuestro.

Lo decimos en el Credo: ‘Creo en un solo Dios, Padre Todopoderoso’.

Eso lo cambia todo.

Significa que este Dios para el que nada es imposible, le ha puesto voluntariamente límites a Su poder: cuando se trata de ejercerlo en nosotros lo emplea sólo para nuestro bien, sólo para beneficiarnos, porque nos ama con amor paternal.

Como un león que esconde sus garras mortales cuando empuja juguetón con sus patas a sus cachorritos, como una loba que transporta a su lobezno prensándolo por el cuello con su hocico sin encajarle jamás los colmillos, el poder  de Aquel cuya sola voz puede descuajar los cedros, sacudir el desierto, retorcer los robles, descortezar las selvas (ver Sal 29), cuya sola presencia hace temblar y retemblar la tierra (ver Sal 18), el poder avasallador, temible, tremendo de Dios, se disuelve como una ola que se convierte en espuma en la arena de la playa, se vuelve delicado, silencioso, discreto, no nos avasalla, no nos atropella, no nos daña, no nos da pavor porque los prodigios que obra son siempre en nuestro favor.

Tenemos sobrados ejemplos de ello:

Con Su poder creó el mundo, el universo, nos hizo a nosotros, nos dio todo para que fuéramos felices, y cuando nos apartamos de Su lado, no usó Su poder para aniquilarnos sino para salvarnos.

Y tal vez en este punto valga la pena aclarar que ser hijos del Todopoderoso no nos da el derecho a pedir lo que se nos ocurra esperando -incluso exigiendo- que nos lo conceda, como si Él fuera un papi millonario que le concede a sus niños todos sus caprichos.

Saber que Aquel que todo lo puede es nuestro Padre nos permite abandonarnos confiados a Su cuidado, poner nuestra vida en Sus manos con la certeza de que intervendrá en ella para bien, sostenernos si tropezamos, levantarnos si caemos, rescatarnos si nos perdemos, conducirnos de Su mano y hacia Él.

(Continuará...)

La próxima semana: ‘Creador del cielo y de la tierra’ ¡No te lo pierdas!

Reflexiona y comparte:

¿Qué significa en tu vida saber que Dios, tu Padre, es Todopoderoso?

 

Pregunta del Catecismo:

¿Cómo muestra Dios que es Padre Todopoderoso?

Respuesta del Catecismo:

Muestra “Su omnipotencia paternal por la manera como cuida de nuestras necesidades; por la adopción filial que nos da (ver 2Cor 6,18); finalmente, por Su misericordia infinita, pues muestra Su poder en el más alto grado perdonando libremente los pecados.” (Catecismo de la Iglesia Católica, # 270).

Lo dijo el Papa:

“Debemos estar seguros de que no existen oraciones superfluas, inútiles; ninguna se pierde. Las oraciones encuentran respuesta, aunque a veces misteriosa, porque Dios es Amor y Misericordia infinita...

Dios no es insensible a nuestras súplicas, interviene y hace sentir su poder y su voz sobre la tierra, hace temblar y destruye el sistema del Maligno. Ante el mal a menudo se tiene la sensación de no poder hacer nada, pero precisamente nuestra oración es la respuesta primera y más eficaz que podemos dar y que hace más fuerte nuestro esfuerzo cotidiano por difundir el bien.

El poder de Dios hace fecunda nuestra debilidad (cf. Rm 8, 26-27).” 
(Benedicto XVI, Audiencia General, 12/IX/12)

*Publicado el domingo 2 de diciembre de 2012 en 'Desde la Fe', Semanario de la Arquidiócesis de México.
También en la pag web de 'Desde la Fe' (www.desdelafe.mx) y en la del Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México (www.siame.com.mx
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