y los envió por delante...
a todas las ciudades y sitios a donde ÉL había de ir...'
(Lc 10,1)

La persona más buscada

Alejandra María Sosa Elízaga*

La persona más buscada

Nadie ha llamado nunca a Locatel para tratar de encontrarla, ni ha solicitado checar las listas policíacas de 'los más buscados' a ver si da con ella, ni ha salido a recorrer las calles para ver si se la topa en alguna parte, y sin embargo muchísima gente se pasa la vida entera buscando a esta persona, aunque paradójicamente mientras más la busca menos la encuentra. Tal vez por ello Jesús recomienda abandonar la búsqueda. Casi al final del Evangelio que se proclama este domingo en Misa (ver Lc 9, 18-24) pide Jesús: "Si alguno quiere acompañarme, que no se busque a sí mismo " (Lc 9,23).

Sí, la persona a la que tanta gente busca es a sí misma. ¿Cómo puede ser eso? Alguno pensará que bastaría mirarse en el espejo para encontrarse, pero el asunto no es tan sencillo. ¿De qué se trata, entonces? ¿Qué significa buscarse a sí mismo?

Para responder habría que empezar por establecer una diferencia, pues una cosa es esa búsqueda que alguien emprende para 'encontrarse a sí mismo', en el sentido de practicar una sana 'introspección' para auto-conocerse y descubrir sus capacidades y defectos así como detectar los dones que ha recibido del Señor y la mejor manera de desarrollarlos para la gloria divina y el bien de los hermanos, y otra cosa muy distinta es a lo que se refiere Jesús: la búsqueda egoísta de satisfactores que mueve a la persona a buscar en todo la propia conveniencia y no la de los demás, hacer sólo lo que desea sin tomar en cuenta a nadie; tener como motivación principal obtener atención, admiración, prestigio, poder, placer.

Es algo muy común y a veces tan sutil que ni la propia persona que se está buscando a sí misma se da cuenta, y vive convencida de que hace todo para el bien de otros, cuando en realidad lo hace para caerles bien o recibir su gratitud o asegurar su amistad o cariño o afianzarse en cierta posición en su familia o comunidad.

El problema de buscarse a sí mismo es que es una búsqueda estéril, que no da verdaderos buenos frutos y encierra a la persona en un círculo egocéntrico del que es difícil salir. Se entiende entonces que Jesús pida que no caigamos en ello, pero ¿cómo saber si ya caímos? Es muy fácil. Atrévete a examinar qué te mueve a hacer algo y qué resultado esperas de ello. Por ejemplo, si hiciste un favor y te molestó que no te lo agradecieran, cuidado, te estabas buscando a ti, deseando obtener reconocimiento. Si te gusta hablar de ti, contar lo bueno que has hecho, te estás buscando a ti, tratando de lucirte.

Se podrían citar incontables casos, pero basten estos dos para dejar claro que la búsqueda de uno mismo es algo tan frecuente y difícil de erradicar que alguno podría preguntarse si acaso será posible, a lo que cabe responder que sí, y podría decirse que la solución consta de dos partes:

La primera tiene que ver con la intención. Hay que pedir al Señor nos conceda Su gracia para tener pureza de intención, para que todo lo hagamos movidos sólo por el amor a Él y a los hermanos, no para ver cómo van a recompensarnos.

Y la segunda parte tiene que ver con el resultado. Cuando Jesús pide que quien quiera seguirlo no se busque a sí mismo, propone: "que tome su cruz de cada día y me siga"(Lc 9,23). Ello significa que hay que dejar de vivir bajo la ley del menor esfuerzo, sacándole la vuelta a lo que nos resulta trabajoso, difícil o incluso doloroso, y estar dispuestos a asumir la cruz, es decir, los sufrimientos que nos sobrevengan por hacerlo todo por amor a Dios y a los demás, y que aunque otros no sólo no nos aplaudan sino incluso nos critiquen, no perdamos nunca ni el rumbo ni la paz.

 

(Del libro de Alejandra María Sosa Elízaga “La mirada de Dios”, Col. ‘La Palabra ilumina tu vida’, ciclo C, Ediciones 72, México, p. 97, disponible en Amazon).

Publicado el domingo 22 de junio de 2025 en la pag web y de facebook de Ediciones 72