Que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria
Alejandra María Sosa Elízaga*
Año de la fe
Conoce, celebra, fortalece, comunica tu fe
Serie sobre el Credo:
Ficha 47
¿A quién puedes adorar? Desde niños aprendimos en el Catecismo que sólo a Dios hemos de adorar.
Por lo tanto, cuando en el Credo decimos que el Espíritu Santo recibe la “misma adoración y gloria” que el Padre y el Hijo, eso sólo puede significar una cosa: que, al igual que Dios Padre y Dios Hijo, el Espíritu Santo es Dios, y por lo tanto, digno de que lo adoremos y glorifiquemos.
¿En qué consiste adorar a Dios?
Dice el Catecismo de la Iglesia Católica: “Adorar a Dios es reconocerle como Dios, como Creador y Salvador, Señor y Dueño de todo lo que existe, como Amor infinito y misericordioso. “Adorarás al Señor tu Dios y sólo a Él darás culto” (Lc 4, 8), dice Jesús citando el Deuteronomio (6, 13)”. (CEC 2096)
“Adorar a Dios es reconocer, con respeto y sumisión absolutos, la “nada de la criatura”, que sólo existe por Dios.
Adorar a Dios es alabarlo, exaltarle y humillarse a sí mismo, como hace María en el Magníficat, confesando con gratitud que Él ha hecho grandes cosas y que su nombre es santo (cf Lc 1, 46-49).
La adoración del Dios único libera al hombre del repliegue sobre sí mismo, de la esclavitud del pecado y de la idolatría del mundo”. (CEC 2097).
Y ¿en qué consiste dar gloria a Dios?
Para responder caber recordar que llamamos ‘gloria de Dios’ a la manifestación de Su poder y Su grandeza, por lo tanto, dar gloria a Dios eso reconocer Su poder y grandeza, alabarlo y agradecerle por ello, y darlo a conocer.
Al saber que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo, y verlo representado en forma de paloma, tal vez alguien pueda creer, equivocadamente, que el Espíritu Santo no es una Persona o no es de la misma naturaleza que el Padre y el Hijo. Pero sí lo es.
La Iglesia definió, en el Concilio de Toledo, en el año 675, que el Espíritu Santo es igual al Padre y al Hijo, en el sentido de que comparten la misma naturaleza divina, son un solo Dios (ver CEC # 253).
En lo que son distintos es en que cada uno es una Persona, con voluntad y características que le son propias (ver CEC #254).
Jesús pidió a Sus apóstoles bautizar “en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (Mt 28, 19) fórmula fundamental que desde entonces seguimos empleando en el Bautismo y en los demás Sacramentos, y decimos también al hacer la señal de la cruz, al empezar y terminar de orar, al recibir la bendición, y en otros momentos en los que invocamos y expresamos nuestra pertenencia a la Santísima Trinidad (cabe comentar que es importante decir: ‘y del Hijo’, ‘y del Espíritu Santo’, porque si omitimos la ‘y’ parece que estamos hablando, todo seguido, del ‘nombre del Padre del Hijo del Espíritu Santo’; se distorsiona su sentido. También al decir: “Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo”, hay que decir ‘y’).
Que el Credo afirme que el Espíritu Santo recibe la misma adoración y gloria que el Padre y el Hijo, no sólo nos reafirma en la certeza de que el Espíritu Santo es Dios y nos invita a adorarlo y glorificarlo, sino también alegra nuestro corazón haciéndonos saber que contamos con la amorosa presencia y la divina intervención del Espíritu Santo en nuestra vida.
Para profundizar en este tema, lee el Catecismo de la Iglesia Católica, #249-267; 689. 691.
(Continuará... ‘El Credo desglosado en el Año de la fe’)
La próxima semana: 'Y que habló por los profetas'
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Reflexiona y comparte:
¿De qué manera adoras y das gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo?
Pregunta del Catecismo:
¿Por qué el Espíritu Santo recibe la misma adoración y gloria que Dios Padre y Dios Hijo?
Respuesta del Catecismo:
Porque “Aquel al que el Padre ha enviado a nuestros corazones, el Espíritu de su Hijo, es realmente Dios, consubstancial con el Padre y el Hijo, es inseparable de ellos, tanto en la vida íntima de la Trinidad como en su don de amor para el mundo.” (Catecismo de la Iglesia Católica # 689).
“... ‘Espíritu Santo’, tal es el nombre propio de Aquel que adoramos y glorificamos con el Padre y el Hijo.”
(Catecismo de la Iglesia Católica # 691).
Lo dijo el Papa:
“Él es verdaderamente Dios como lo es el Padre y el Hijo, objeto, por nuestra parte, del mismo acto de adoración y glorificación que dirigimos al Padre y al Hijo.
El Espíritu Santo, en efecto, es la tercera Persona de la Santísima Trinidad; es el gran don de Cristo Resucitado que abre nuestra mente y nuestro corazón a la fe en Jesús como Hijo enviado por el Padre y que nos guía a la amistad, a la comunión con Dios.”
(Papa Francisco, Audiencia General, 8 mayo 2013).
*Publicado el domingo 20 de octubre de 2013 en ‘Desde la Fe’.