y los envió por delante...
a todas las ciudades y sitios a donde ÉL había de ir...'
(Lc 10,1)

Creo en el Espíritu Santo

Alejandra María Sosa Elízaga*

Año de la fe
Conoce, celebra, fortalece, comunica tu fe
Serie sobre el Credo:
Ficha 44

Se le suele representar como una paloma, porque bajo esa forma descendió sobre Jesús cuando fue bautizado en el Jordán (ver Mt 3,16; Mc 1,10; Lc 3,22; Jn 1,32), pero el Espíritu Santo no es un ave.

También se lo representa como lenguas de fuego sobre María y los apóstoles, porque así se vio cuando descendió sobre ellos en Pentecostés (ver Hch 2,4), pero el Espíritu Santo no es lumbre.

Y si se pudiera pintar el aliento o el viento, de seguro lo veríamos representado así, porque el término ‘Espíritu’ traduce el término hebreo Ruah, que significa soplo, aire, viento (ver Jn 3,8; 20,22), pero el Espíritu Santo no es una ráfaga.

Tampoco agua, óleo, nube, sello, mano, dedo, símbolos con los que lo vemos en cuadros, murales y vitrales.

Entonces, ¿qué es?

La pregunta no debe ser ‘qué es’, sino ‘Quién es’.

El Espíritu Santo no es una cosa ni un ente abstracto, no es, como algunos disparatadamente lo consideran, una ‘energía’, una especie de ‘buena vibra’ celestial. No. El Espíritu Santo no es algo, es Alguien.

Ello resulta evidente cuando leemos en la Biblia que Jesús lo llamó Abogado y Consolador (ver Jn 15,26), prometió a Sus Apóstoles que el Espíritu Santo les recordaría Sus Palabras (ver Jn 14,26), los guiaría hacia la verdad plena (ver Jn 16,13), les inspiraría lo que tuvieran que decir cuando fueran llamados a comparecer para dar testimonio de su fe (ver Mc 13,11), y que San Pablo pidió que no entristezcamos al Espíritu Santo (ver Ef 4,30), unos cuantos ejemplos de expresiones que no se pueden aplicar más que a un Ser personal vivo, con inteligencia y voluntad propia.

Queda claro que el Espíritu Santo es persona. Pero no cualquier persona. Es una Persona Divina. En otras palabras, el Espíritu Santo es Dios.

¿Por qué es posible hacer semejante afirmación?

Porque en la Biblia abundan referencias a lo que es, hizo, hace y hará el Espíritu Santo, que sólo Dios puede ser y hacer. En ella se nos revela que es Eterno, pues ya existía antes de la creación del mundo (ver Gen 1,2); que engendró a Jesús, Hijo del Padre, en el seno virginal de María (ver Lc 1, 34-35); que tiene el poder de vencer el mal (ver Mt 12,28), y que derrotó la muerte (ver Rom 8, 11-13).

Cuando en el Credo decimos: “Creo en el Espíritu Santo”, estamos afirmando nuestra fe en Dios Espíritu Santo, Tercera Persona de la Santísima Trinidad, nuestra fe en Su existencia y en Su poder, y nuestra disponibilidad a ser dóciles a Su acción en nuestra vida.

Dice el Catecismo de la Iglesia Católica, que el Espíritu Santo nos revela a Dios Padre y a Dios Hijo, pero Él no se revela a Sí mismo, que es discreto, que es la Iglesia la que nos ayuda a conocerlo a través de diversos medios:

  1. A través de la Palabra de Dios, que Él inspiró.
  2. A través de la Tradición y el Magisterio de la Iglesia, que Él ilumina.
  3. A través de los Sacramentos, mediante los cuales Él nos permite entrar en íntima comunión con Cristo.
  4. A través de la oración, en la cual intercede por nosotros que no sabemos pedir lo que nos conviene (ver Rom 8, 26).
  5. Y a través de incontables signos que nos hablan de Su acción poderosa en la historia de la salvación y en nuestra propia historia.

¿Cómo interviene el Espíritu Santo en dicha historia, qué hace por nosotros?

Descubre la respuesta a esta interrogante la próxima semana.

Para profundizar en este tema, lee el Catecismo de la Iglesia Católica, #687-688. 692-701;

(Continuará... ‘El Credo desglosado en el Año de la fe’)

La próxima semana: 'Señor y dador de vida'

¡No te lo pierdas!

Reflexiona y comparte:

¿Qué significa para ti creer en el Espíritu Santo?

 

Pregunta del Catecismo:

¿Quién es el Espíritu Santo, y cómo puedes conocerlo?

Respuesta del Catecismo:

El Espíritu Santo es Dios (Catecismo de la Iglesia Católica # 689).

Está presente en la Iglesia, a la que guía y alienta. Lo conocemos a través de la Palabra de Dios, que Él inspiró; en la Tradición y el Magisterio de la Iglesia; en los Sacramentos; en la oración; en los dones y carismas que nos da para edificar la Iglesia...”

(Catecismo de la Iglesia Católica # 688).

Lo dijo el Papa:

“El Espíritu Santo, luego, como promete Jesús, nos guía «hasta la verdad plena» (Jn 16, 13); nos guía no sólo al encuentro con Jesús, plenitud de la Verdad, sino que nos guía incluso «dentro» de la Verdad, es decir, nos hace entrar en una comunión cada vez más profunda con Jesús, donándonos la inteligencia de las cosas de Dios.

Y esto no lo podemos alcanzar con nuestras fuerzas. Si Dios no nos ilumina interiormente, nuestro ser cristianos será superficial...

Preguntémonos: ¿estoy abierto a la acción del Espíritu Santo, le pido que me dé luz, me haga más sensible a las cosas de Dios?

Esta es una oración que debemos hacer todos los días: «Espíritu Santo haz que mi corazón se abra a la Palabra de Dios, que mi corazón se abra al bien, que mi corazón se abra a la belleza de Dios todos los días».

Quisiera hacer una pregunta a todos: ¿cuántos de vosotros rezan todos los días al Espíritu Santo?

Serán pocos, pero nosotros debemos satisfacer este deseo de Jesús y rezar todos los días al Espíritu Santo, para que nos abra el corazón hacia Jesús.”

(Papa Francisco, Audiencia General, 15 mayo 2013).

*Publicado el domingo 29 de septiembre de 2013 en ‘Desde la Fe’, Semanario de la Arquidiócesis de México, año XVII, n.866, p.4. También en la pag web de ‘Desde la Fe’ (www.desdelafe.mx) y en la del Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México (www.siame.com.mx) Conoce los libros de esta autora, sus cursos gratuitos de Biblia, y su ingenioso juego de mesa Cambalacho, aquí en www.ediciones72.com