y los envió por delante...
a todas las ciudades y sitios a donde ÉL había de ir...'
(Lc 10,1)

Ha llegado tu luz

Alejandra María Sosa Elízaga*

Ha llegado tu luz

“Nadie me ha invitado”

No esperaba esa respuesta, y me dio pena (en el amplio sentido de vergüenza y tristeza).

La escuché en el programa de televisión que conduce Marcus Grodi, ex pastor protestante, convertido al catolicismo. En él entrevista a las más diversas personas, para que platiquen cómo fue su conversión, sea que antes pertenecían a otra religión, o simplemente se habían alejado de su fe, y algo les hizo acercarse o regresar a la Iglesia Católica. La gente entrevistada es siempre muy interesante y el programa resulta muy iluminador.

Pues bien, uno de de sus entrevistados platicó que cuando estaba considerando volverse católico, preguntó a varios de sus amigos por qué no eran católicos, para ver si alguno le daba alguna razón que lo hiciera desistir. Ninguno se la dio, pero sí hubo una respuesta que lo impactó: un amigo le dijo que no era católico porque nadie lo había invitado.

Me pregunto cuánta gente está en ese caso.

Cuántos estarían más que dispuestos y felices de ser católicos, pero no lo son simplemente porque a nosotros que sí lo somos no se nos ocurre invitarlos, acercarlos a la fe, compartirles lo que somos y tenemos en la Iglesia Católica.

Y leía en la Primera Lectura (ver Is 60, 1-6) que se proclama en Misa este Domingo de la Epifanía (palabra que significa: ‘manifestación’, y en el que se celebra que Jesús se manifestó al mundo): 

Levántate y resplandece, Jerusalén,
porque ha llegado tu luz
y la gloria del Señor alborea sobre ti.
Mira: las tinieblas cubren la tierra
y espesa niebla envuelve los pueblos;
pero sobre ti se manifiesta el Señor
y en ti se manifiesta Su Gloria.
Caminarán los pueblos a tu luz
...” 

El profeta hace una invitación que nos viene como anillo al dedo a ti y a mí.

Levántate”, es decir, levantémonos, de nuestra comodidad, de nuestra pereza, incluso de nuestro miedo a ser criticados, tratados de ‘mochos’, o de nuestra inseguridad de no saber bien qué decir, y “resplandece...porque ha llegado tu luz”  Acabamos de celebrar el Nacimiento de Aquel que es Luz del mundo (ver Is 9,1; Jn 8,12) y que nos llamó a compartir Su luz (ver Mt 5, 14-16).

Sabemos que no tenemos luz propia, pero eso no es pretexto para quedarnos a oscuras, porque el Señor nos ilumina y nos llama a animar a otros a dejar que Él los ilumine también, con Su Palabra, Su perdón, Su presencia en los Sacramentos.

Dice el profeta Isaías que “las tinieblas cubren la tierra y espesa niebla envuelve los pueblos”. Vemos a nuestro alrededor mucha gente desorientada, que tiene sed de Dios pero no sabe dónde encontrarlo y lo busca donde no está, en supersticiones, en sectas, en filosofías de moda, etc. y también mucha gente que no lo busca, que se conforma con vivir sin Él, con regirse por sus propios deseos e instintos y hacer de su vida un caos porque la oscuridad que la envuelve le impide ver por dónde va.

No podemos quedarnos de brazos cruzados.

Dice el profeta: “pero sobre ti se manifiesta el Señor”.

Me gusta ese ‘pero’, porque parece anticiparse a nuestra resistencia, como que ya sabe que vamos a salir con un: ‘es que es demasiado grande la oscuridad, la niebla demasiado espesa’, y la respuesta es: sí, “pero sobre ti se manifiesta el Señor” es decir, no estás solo, no estás sola, si queremos que alguien se acerque al Señor, pidámosle ayuda a Él en primer lugar, y luego, sostenidos por la gracia de Dios, animémonos a compartir con esa persona las razones de nuestra fe, nuestra experiencia personal, e invitémosla a acompañarnos.

Dice el profeta: “tu corazón se alegrará, y se ensanchará”. Es significativo que no sólo dice que “se alegrará”, sino que “se ensanchará”. Qué bello pensar que nuestro corazón se vaya haciendo cada vez más ancho, más grande, para albergar a más y más personas a las que introduzcamos a la gran familia del Padre, nuevos hermanos y hermanas a los que acerquemos al Señor, y con los que caminamos juntos, a la luz de Su amor. 


*El programa se llama ‘Journey Home’*, (que tradujeron como ‘Regreso a casa’), es transmitido por el canal católico EWTN o bien se puede ver en internet, sea en la página web de EWTN o en la de Marcus Grodi: The coming home network. 

Publicado el domingo 7 de enero de 2018 en las pags web y de facebook de Ediciones 72