y los envió por delante...
a todas las ciudades y sitios a donde ÉL había de ir...'
(Lc 10,1)

¿Cómo reconocer Su voz?

Alejandra María Sosa Elízaga*

¿Cómo reconocer Su voz?

Mi mamá tuvo tres hermanas y como todas tenían la voz muy parecida, mi mamá acordó con mi papá, en aquel entonces su novio, una clave para que cuando llamara por teléfono supiera que era ella y no la confundiera con las otras, pues a éstas les divertía engañarlo haciéndose pasar por ella. Buena idea para evitar penosas confusiones.

Recordaba esto al leer el Evangelio que se proclama en Misa este Cuarto Domingo de Pascua, también llamado ‘Del Buen Pastor’ (ver Jn 10, 1-10). En él dice Jesús que Sus ovejas conocen y reconocen su voz.

Cabe preguntar: ¿cómo le hacen?, y sobre todo, ¿cómo podemos hacerle nosotros?

¿Cómo podemos reconocer la voz del Señor cuando hay tantas otras voces hablando a nuestro alrededor? ¿Cómo distinguir lo que nos dice Él de lo que nos dicen en las redes sociales, en el radio, en la televisión, en el cine? ¿Cómo diferenciar lo que viene de Él de lo que quieren hacernos creer los publicistas, los políticos, los que buscan obtener algo de nosotros? ¿Cómo podemos estar seguros de que es la voz del Señor la que escuchamos y no la de nuestra imaginación o conveniencia? ¿Puede haber algún tipo de ‘clave’ que permita distinguirlo? La respuesta es sí. Hay varias claves, y por lo pronto, cabe destacar dos, con base en las palabras de San Pedro que escuchamos en la Primera y Segunda Lectura en la Misa dominical.

La primera clave para distinguir la voz de Dios de todas las otras es la verdad. Jesús es Veraz (ver 1Pe 2, 22). Eso significa que a diferencia de otras voces que te rodean, Él jamás te miente, nunca te dice ‘medias verdades’; nunca te trata de inducir al error; jamás te presenta como bueno lo malo o viceversa; nunca pretende convencerte de que hagas algo que te traerá malas consecuencias; no se conforma con darte por tu lado con tal de no incomodarte, sino te dice las cosas tal como son, aunque de momento te incomoden o te duelan, te dice no lo que quieres oír, sino lo que necesitas oír.

Cuando Él te habla te ilumina, y Su luz penetra tus rincones más oscuros, lo cual puede resultar penoso y molesto porque te hace ver con toda claridad tus telarañas, tus miserias y pecados, pero a la vez es sanador, porque te permite descubrir lo que necesitas arreglar.

Ahí tenemos como ejemplo a Pedro que ante la multitud que lo rodeaba se atrevió a anunciar y a denunciar: “Dios ha constituido Señor y Mesías al mismo Jesús, a Quien ustedes han crucificado” No parecía muy aconsejable decir semejante cosa a tal muchedumbre, podía enfurecerla, arriesgarse a ser apaleado. Si lo hubiera aconsejado un director de relaciones públicas de seguro le hubiera sugerido otro discurso, pero como Pedro estaba hablando de parte de Dios les dijo las cosas como eran, les echó en cara, con toda valentía, el mal que habían hecho. Pero ojo, y esto es muy importante, no se trata de hacer que la gente se sienta mal diciéndole ‘sus verdades’, sino de animarla a cambiar. Luego de que sus primeras palabras “llegaron al corazón” de quienes le escuchaban y le preguntaron qué hacer, Pedro hubiera podido decirles: ‘pues ya ni modo, ya no pueden hacer nada, ya cometieron el crimen, ahora aténganse a las consecuencias’, pero no, porque estaba hablando de parte del Dios del amor y de la misericordia, y por eso les hizo ver que todavía estaban a tiempo de enmendar el rumbo.

Tenemos así otra clave para distinguir lo que viene de parte de Dios: invita siempre a la conversión y deja siempre abierta una esperanza.

Las voces que no son de Dios pueden tratar de deprimirte, desanimarte, desviarte del buen camino (el demonio es experto en sembrar desesperanza, en meter a la gente en callejones sin salida). En cambio lo que viene de Dios puede inquietarte en un principio, cuando te revela tus miserias, pero te muestra siempre, y cabe enfatizar el ‘siempre’, una salida que no es falsa, una luz al final del túnel (que no es un tren en sentido contrario), un camino que guía tu corazón hacia a la salvación.

 

(Del libro de Alejandra María Sosa Elízaga “La Fiesta de Dios”, Col. ‘Lámpara para tus pasos’, ciclo A, Ediciones 72, México, p.77, disponible en Amazon).

Publicado el domingo 30 de abril de 2023 en la pag web y de facebook de Ediciones 72