y los envió por delante...
a todas las ciudades y sitios a donde ÉL había de ir...'
(Lc 10,1)

¡¡Está Vivo y Presente!!

Alejandra María Sosa Elízaga*

¡¡Está Vivo y Presente!!

Mientras muchos se arrodillan, una señora se sienta, cruza la pierna y mira sus uñas; un adolescente checa su celular; un señor, que podría arrodillarse, se queda parado; unos niños ríen, platican, mascan chicle, columpian las piernas, sin que sus papás digan nada.

Están en Misa, durante la Consagración, y aunque incluso suena una campanita, como para llamar la atención y dar solemnidad al momento, es evidente que estas personas no saben o no creen, o, peor aún, no quieren creer lo que está ocurriendo en esos instantes allá al frente, en el altar: que Cristo ¡se hace presente!

Si lo vieran descender del cielo entre relámpagos y truenos, quedarían boquiabiertos y tal vez caerían rostro en tierra para adorarlo, pero como llega tan discretamente, oculto en la Eucaristía, lo ignoran completamente.

Según una encuesta realizada hace unos años, seis de cada diez católicos cree que Cristo está realmente presente en la Eucaristía.

¿Y los otros cuatro?, ¿por qué no lo creen? Cabe pensar que por desconocimiento.

Desconocen el capítulo 6 del Evangelio según san Juan, en el que Jesús habla claramente de que hay que comer Su Carne y beber Su Sangre, y cuando los que lo escuchan lo toman al pie de la letra y se alejan horrorizados, no los llama para decirles que lo han malinterpretado, sino deja que se vayan, y enfatiza aun más que Su Carne es verdadera comida y Su Sangre verdadera bebida.

Desconocen que en los Evangelios de san Mateo, san Marcos y san Lucas, se narra que en la Última Cena, Jesús tomó pan y dijo: “éste es Mi Cuerpo”, “ésta es Mi Sangre” (Mt 26, 26-28; Mc 14, 22-24; Lc 22, 19-20). No dijo: ‘es un símbolo’, ni ‘parece’, sino ES.  Y con “Cuerpo” se refería a toda Su Persona, es decir que en la Hostia Consagrada está Él realmente presente, en Cuerpo y Sangre, Alma y Divinidad.

Desconocen que creer en la Presencia Real de Jesús en la Eucaristía, no es opcional, sino dogma de fe, verdad infalible a la que hay que adherirse (ver C.I.C.  1413).

Incluso desconocen que a lo largo de los siglos, en diversos países, ha habido Hostias Consagradas que han sangrado, y cuando se han tomado muestras para enviarlas a analizar, a laboratorios de expertos, casi siempre no creyentes, se ha descubierto que dichas muestras corresponden a tejido del corazón; que ese corazón pertenece a alguien que sufrió mucho, que padeció asfixia, como la padeció Jesús en la cruz, que al momento de tomar la muestra, ese corazón está todavía vivo; porque mantiene intactos sus glóbulos blancos; que su ADN muestra que sólo tiene los cromosomas del lado materno, y que su sangre es tipo AB, el mismo que está en la Sábana Santa y en el Sudario de Oviedo.

Y, sobre todo, desconocen, porque tristemente nunca se han dado la oportunidad de experimentarlo, que pasar tiempo ante Jesús Eucaristía, adorándolo, contemplándolo, sabiéndose acogidos, escuchados, amados por Él, deja el alma sosegada, porque no hay mayor paz que a Su lado, no hay mejor lugar que junto a Él.

Por todo ello, qué bendición y qué alegría que se haya tenido la feliz iniciativa de celebrar en la Ciudad de México  el II Congreso Eucarístico Arquidiocesano, en el que las ponencias, las Misas, los ratos de adoración ante el Santísimo, han ayudado a cientos de personas ahí presentes, a incontables que lo siguieron en vivo por internet, y a muchas otras que acudieron a eventos eucarísticos que se desarrollaron en estos días en diversas parroquias y capillas, a descubrir y/o revalorar que en la Eucaristía, está el Señor, ¡Vivo y Presente!, y sepan agradecérselo, y acercarse con devoción y alegría a recibir Su amor.

Publicado en 'Desde la Fe', Semanario de la Arquidiócesis de México, domingo 12 de junio de 2016, p. 2