y los envió por delante...
a todas las ciudades y sitios a donde ÉL había de ir...'
(Lc 10,1)

Dios sabe hasta cuándo

Alejandra María Sosa Elízaga*

Dios sabe hasta cuándo

¿Hasta cuándo, Señor, pediré auxilio, sin que me escuches, y denunciaré a gritos la violencia que reina sin que vengas a salvarme? ¿Por qué me dejas ver la injusticia y te quedas mirando la opresión? Ante mí no hay más que asaltos y violencias, y surgen rebeliones y desórdenes...” (Hab 1, 2-3).

Ese exasperado reclamo del profeta Habacuc que leemos en la Primera Lectura que se proclama en Misa este domingo (ver Hab 1, 2-3; 2, 2-4) bien podría haberlo hecho hoy algún católico que todos los días se entera de un nuevo sacerdote asaltado, golpeado, torturado, desaparecido o asesinado, o de una bomba que estalló en alguna parroquia, o de un nuevo caso de profanación de un templo al que vándalos entraron a destruir imágenes y a saquear el Sagrario, o de nuevas marchas anti-católicas en las que quienes desfilaron aprovecharon para realizar pintas en las paredes de las iglesias, quemar las puertas, aterrorizar a quienes estaban adentro o, si no lograron entrar, se dedicaron a insultar, escupir, golpear y amenazar a quienes estaban pacífica y valientemente haciendo valla afuera para defender su parroquia.

Sí que dan ganas de preguntar: ¿hasta cuándo vamos a soportar todo esto?, ¿por qué Dios no hace nada al respecto?

La respuesta la encontramos en las propias Lecturas dominicales.

De hecho se nos dan dos respuestas: una respuesta para ahora y otra para el futuro.

En la Segunda Lectura (ver 2Tim 1, 6-8. 13-14), san Pablo dice: “El Señor no nos ha dado un espíritu de temor, sino de fortaleza, de amor y de moderación.”

He aquí un modo concreto de responder ahorita a la situación de violencia que padecemos: con fortaleza, amor y moderación.

Fortaleza, para no sucumbir al temor, no dejarnos dominar por el pánico, sino afianzarnos sólidamente en el Señor, nuestra roca firme, tomarnos fuertemente de Su mano, y confiar en que con Él lograremos superar todo lo que enfrentamos.

Amor, para no caer en la tentación de odiar a los que nos hacen mal, porque el odio es mal consejero, nos mueve a actuar mal. Dice el salmista: “No te exasperes por los malvados...no te exasperes por el hombre que triunfa empleando la intriga, cohíbe la ira, reprime el coraje, no te exasperes, no sea que obres mal, porque los que obran mal son excluidos, pero los que esperan en el Señor poseerán la tierra.” (Sal 37, 1.7-9).

Y moderación, para reaccionar con calma, mantener la objetividad, tener mansedumbre, cumplir lo que nos pide Jesús: amar a nuestros enemigos y bendecir a los que nos maldicen (ver Lc 6, 27); seguir lo que nos aconseja san Pedro y no devolver mal por mal ni insulto por insulto (ver 1Pe 3, 9).

La segunda parte de la Primera Lectura contiene la respuesta para el futuro. Dice Dios: “Es una visión de algo lejano, pero que viene corriendo y no fallará; si se tarda, espéralo, pues llegará sin falta. El malvado sucumbirá sin remedio; el justo, en cambio, vivirá por su fe.

En otras palabras, Dios sí está tomando nota de la violencia, de la injusticia, de la opresión, de las rebeliones y desórdenes. Y el hecho de que hoy no intervenga de manera decisiva no significa que no lo hará en el futuro. Lo que pasa es que está dando tiempo para permitir la conversión de quienes hacen el mal. Pero ese tiempo tiene un límite y ya llegará el momento de hacer justicia y “dar a cada uno lo que merecen sus obras” (Mt 16, 27; Rom 2,6).

También lo anuncia la continuación del fragmento del Salmo citado antes:

Aguarda un momento: desapareció el malvado; fíjate en su sitio, ya no está; en cambio los sufridos poseen la tierra y disfrutan de paz abundante” (Sal  37, 10-11).

Dios tiene Sus tiempos, que no son los nuestros, y Sus caminos, que no son los nuestros. Desterremos pues toda ira, desánimo o temor, y vivamos serenos, esperanzados, fortalecidos y confiados, en que todo está en las sabias y amorosas manos del Señor.

 

Publicado el domingo 6 de octubre en las pags web y de facebook de Ediciones 72.