y los envió por delante...
a todas las ciudades y sitios a donde ÉL había de ir...'
(Lc 10,1)

Orando con la Secuencia de Pentecostés

Alejandra María Sosa Elízaga*

Orando con la Secuencia de Pentecostés

AMABLE HUÉSPED DEL ALMA,
PAZ EN LAS HORAS DE DUELO.

Espíritu Santo, derrama en nosotros Tu gracia como un bálsamo que sane nuestros corazones lastimados por el miedo, la soledad, el sufrimiento.
Amable Huésped del alma, ven, instálate en nuestro interior y cólmalo con Tu paz.
    
ERES PAUSA EN EL TRABAJO;
BRISA, EN UN CLIMA DE FUEGO;
CONSUELO EN MEDIO DEL LLANTO.

En Ti podemos descansar, Tú lo haces todo llevadero. Tú secas nuestras lágrimas. En ti buscamos y encontramos el reposo del alma.

VEN, LUZ SANTIFICADORA,
Y ENTRA HASTA EL FONDO DEL ALMA
DE TODOS LOS QUE TE ADORAN.

Invádenos, Espíritu Santo. Penetra y derriba nuestras defensas. Abre todas nuestras puertas, de par en par, como viento impetuoso que nos purifique y nos renueve.

SIN TU INSPIRACIÓN DIVINA
LOS HOMBRES NADA PODEMOS
Y EL PECADO NOS DOMINA.

Espíritu Santo, muchas veces hemos fallado a la vocación de amar a la que fuimos llamados, y nos hemos dejado dominar por el pecado. Ven en nuestra ayuda. Enséñanos a descubrir y  romper nuestras ataduras.

LAVA NUESTRAS INMUNDICIAS,
FECUNDA NUESTROS DESIERTOS
Y CURA NUESTRAS HERIDAS.

Espíritu, torrente de agua viva, purifícanos e impúlsanos a rectificar. Que acudamos confiados al Sacramento de la Reconciliación. Que nos acerquemos siempre gozosos a recibir la gracia del Señor, que nos sana, nos perdona, nos fortalece para no caer.
Espíritu, torrente de agua viva, riéganos, fecunda nuestros desiertos. Que ahí, donde creemos que ya no hay nada, en la sequedad de nuestro corazón, donde parece que ya no puede florecer el perdón, la comprensión, la amistad, la paz, Tú hagas de nuestro páramo un vergel, nos demuestres que todavía podemos dar mucho fruto...    

DOBLEGA NUESTRA SOBERBIA,
CALIENTA NUESTRA FRIALDAD,
ENDEREZA NUESTRAS SENDAS.

Espíritu Santo: líbranos de creernos mejores que los demás, de sentirnos autosuficientes, de confiar en nuestras solas fuerzas.
Líbranos también de acostumbrarnos a tener el corazón de piedra, frío, indiferente a las necesidades de otros. Caliéntalo, enséñalo a ser sensible, compasivo, misericordioso.
Espíritu Santo: condúcenos, porque sin Ti, perdemos la orientación y extraviamos el rumbo. Acompáñanos y encamina siempre nuestros pasos.

CONCEDE A AQUELLOS QUE PONEN
EN TI SU FE Y SU CONFIANZA,
TUS SIETE SAGRADOS DONES.

Está escrito que al que pida se le dará,     el que busque, encontrará, al que toque, se le abrirá. Ahora estamos aquí pidiendo, buscando, tocando.
Espíritu Santo, respóndenos. Danos lo que te pedimos, déjanos buscarte y encontrarte. Enséñanos a fiarnos de Ti, a acudir a ti para recibir los dones con que quieres colmarnos: sabiduría, para preferir los caminos de Dios a los nuestros; entendimiento, para comprender Su Palabra y dejarnos mover por ella; ciencia para discernir lo bueno, y no crearnos apegos o ataduras; consejo, para actuar y aconsejar a otros con criterios católicos; fortaleza, para resistir al pecado y mantenernos firmes en nuestro testimonio cristiano; piedad, para amar las cosas de Dios, y temor del Señor, que no es miedo, sino tal amor a Dios que no queramos entristecerlo o defraudarlo.

DANOS VIRTUDES Y MÉRITOS,
DANOS UNA BUENA MUERTE
Y CONTIGO EL GOZO ETERNO.

Espíritu Santo, derrama sobre nosotros toda Tu gracia y Tu ternura.
Y al final de nuestro camino, condúcenos a la felicidad de la vida que no termina, en unión con el Padre y el Hijo.   Amén.

Publicado el domingo 20 de mayo de 2018 en la pag web y de facebook de Ediciones 72.